Karina Bertolotto
GAIA - La madre tierra -
Actualizado: 6 may 2020

Gaia madre tierra, la que nos acoge a todos sin distinción, la que nos acuna y nos contiene, la que nos alimenta y nos nutre, encarna el amor incondicional hacia todos los seres vivos.
Cuando perdimos la capacidad de poder contemplar la belleza de Gaia del cual somos hijos y danzar con el todo sintiéndonos parte del universo y en completa5an relación con todas sus partes, nos enfermamos como especie y nos desconectamos de ELLA, la fuente de energía creadora.
Nuestra relación con la tierra está directamente relacionada con la de nuestra madre, la que nos engendró, la que nos dio la vida y es imposible separar una de otra.
Como humanidad necesitamos sanar la relación con nuestra Madre Tierra y por ende con nuestra Madre, honrarla, dignificarla y agradecerle por ser la portadora de la vida.
Gaia ha sido una madre sagrada para diferentes tradiciones, los antiguos griegos e hindúes, así como las comunidades indígenas. Es una progenitora con diferentes nombres, Pachamama, Tonantzin, Deméter, Cibeles, Ceres, Gea o Gaia, entre otros. Estos pueblos rendían culto a la naturaleza y esta estaba presente en su cotidianidad teniendo un lugar sagrado la relación con la fuente de la vida.
Gaia es un ser vivo, un organismo único ya que todas sus partes están relacionadas y a la vez son tan independientes como las células de nuestro cuerpo.
Esta visión se sustenta en la hipótesis ideada por el químico James Lovelock donde postula que hay evidencias que demuestran que toda la biosfera del planeta tierra, hasta el último ser que la habita, pueden ser considerados como un único organismo a escala planetaria, en el que todas sus partes están relacionadas. Gaia se comportaría como un sistema autorregulador que tiende al equilibrio en cada una de sus manifestaciones.
También se conoce a Gaia popularmente como Madre Tierra, este término ha trascendido la mitología y el uso popular y ha sido validado por las Naciones Unidas a través de una resolución de la Asamblea General que reconoce a la denominación Madre Tierra (Pacha Mamá) como "una expresión común utilizada para referirse al planeta Tierra en diversos países y regiones, lo que demuestra la interdependencia existente entre los seres humanos, las demás especies vivas y el planeta que todos habitamos".
Gaia baila una gran danza cósmica de la cual todos somos parte y está en sintonía con el sol, la luna y los astros. Es un punto en la inmensidad del universo y es nuestra gran nave planetaria que nos contiene en el gran espacio y nos aloja. Sus cualidades se asocian con aspectos de lo femenino ya que como una madre con su cría, Gaia nos aporta todo lo que necesitamos para poder sobrevivir como especie.
Esta mirada de nuestra tierra como una entidad femenina sagrada se remonta a la Europa Antigua. Fue la arqueóloga Marija Gimbutas quien a través de sus descubrimientos constató que los antiguos griegos adoraban a la diosa y el linaje era matrilineal, para ellos Gaia era la diosa primigenia de la Tierra, ella fue la que emergiendo de Caos tomó forma y dio a luz a el cielo, el mar y las montañas y a todos los seres vivos del planeta. Las palabras “materia”, “matriz” y “material” provienen de la palabra latina mater, que significa “madre”. Esta asunción de que la divinidad fuera de sexo femenino era una consecuencia natural de la observación, ya que cualquiera puede ver que la nueva vida brota del cuerpo femenino. Por lo tanto adorar a la madre diosa, la feminidad divina, a Gaia la madre tierra y por ende considerar a las mujeres a semejanza de ella era algo natural, que tenía como consecuencia en lugar de respeto asegurado y de jerarquía social al sexo femenino.
Estos estudios constataron que la mujer tuviera un lugar central en los ámbitos de poder favorecía una sociedad igualitaria, con una gran inclinación por las artes y adelantada en diferentes áreas en donde predominaba la solidaridad, cooperación y el principio de asociación por sobre otros valores, llevando consigo una cultura de paz.
Esta cultura de paz era derivada del estatus que tenían las mujeres en la sociedad, ocupando lugares de poder y de decisión en el ámbito político. Esto llegó a su fin cuando oleadas de tribus guerreras, con sus dioses omnipotentes, invadieron, conquistaron y sometieron a los pueblos que veneraban a la diosa de la Antigua Europa, a medida que los conquistadores se fueron entremezclando con los indígenas, las diosas se incorporaron a la religión patriarcal como esposas e hijas.
La civilización occidental que fue el resultado de estas invasiones y de la implantación del patriarcado que se ha caracterizado por el poder masculino y la imagen de un Dios a su semejanza por lo tanto, olvidando que antes que nada existía la diosa, con la facultad creadora por ende la capacidad de dar vida a todos sus hijos.
Este olvido de la fuente femenina a lo largo de los siglos ha hecho que la violencia contra las mujeres se haya perpetuado a través de una mentalidad patriarcal.
En este momento histórico está teniendo su máxima expresión este orden con la implantación de una economía capitalista, neo liberalista, en donde la verdad irreductible de la ciencia y el colonialismo han desencadenado una crisis ecológica en la cual estamos inmersos todos los seres humanos sin distinción y están poniendo en peligro la vida en la tierra. Es decir atacando a Gaia como organismo y sin tener en cuenta su totalidad como sistema y por ende sin conciencia alguna del peligro que esto implica para nuestra civilización. Nuestro mundo ha sido estructurado por el patriarcado capitalista en torno a ficciones y abstracciones como «capital», «multinacionales» o «crecimiento», que han posibilitado el desencadenamiento de este proceso de destrucción basado en el miedo, la carencia y la acumulación de posesiones por sobre la vida.
Ya que hasta ahora nosotros los seres humanos nos hemos caracterizado por el uso de políticas depredadoras que se convierten en un ataque constante y sin tregua a el sistema vivo que nos contiene sin la menor consciencia de lo que implica esta desconexión profunda de la consciencia de unidad y ecología que todo lo inter relaciona y por lo tanto el peligro que esto implica para nuestra civilización.
Que el término Pacha Mamá se popularize y tome un matiz político habla de la consciencia cada vez más difundida y generalizada de esta interconexión entre los seres, nos habla en un nivel subyacente del retorno de la Diosa y del lugar primordial que está tomando la concepción del rostro femenino de la divinidad para la evolución de nuestra consciencia colectiva.
Es esperanzador entonces que un organismo internacional como las Naciones Unidas este reconociendo la importancia de la íntima relación entre Gaia, como organismo vivo y la interdependencia entre todos los seres que la habitan.
Tenemos que volver a conectar con la realidad —con la Tierra, su diversidad y sus procesos vivos— y desencadenar la fuerza de vida. Por ende dejar atrás la economía violenta implantada por el patriarcado capitalista y poner fin a la masacre que se avecina ya sea por catástrofes naturales o por la misma necesidad que llevara a los seres humanos a la lucha por la comida, es la única perspectiva realista para la supervivencia.
El proverbio del jefe Seattle que se ha vuelto uno de los lemas de organismos como Greenpeace nos pone frente a una realidad catastrófica pero cada vez más real: “Sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado, te darás cuenta que no puedes comer dinero.”
Tomando por otro lado las palabras de Vandana Shiva y Maria Myers que también tienen este matiz apocalíptico como una forma de despertar la consciencia: “O bien hacemos las paces con la Tierra, o bien nos enfrentamos a la extinción como seres humanos al tiempo que empujamos también a la extinción a millones de otras especies. Proseguir la guerra contra la Tierra no es una opción inteligente.”
Como humanidad necesitamos abrirnos totalmente al el retorno de la diosa y esto tiene que ver con volver la mirada a los tiempos en donde el como relata Riane Eilsey el Cadiz simboliza la energía femenina y era la fuente de la vida, sustituirla por economías no violentas, sostenibles y pacíficas que respeten el planeta y a las mujeres, trabajar conjuntamente con la Tierra como co creadores y coproductores, utilizar la inteligencia para conservar y curar, no conquistar y lastimar, la humildad ecológica y no la arrogancia, la responsabilidad ecológica y no el ciego ejercicio del poder indiscriminado.